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Perseguir la cola.

 A algunas personas les resulta divertido ver a un perro perseguir su propia cola, corriendo en círculos, sin fin, sin embargo, este comportamiento no es un juego: se trata de una actitud patológica que debe vigilarse. Por lo general, los perros más propensos a desarrollar esta actitud son aquellos que no están estimulados de forma correcta y que tienen a estar aburridos. Esta falta de estímulos la suplen con este tipo de tics porque le resultan sencillos, pero es fácil comprobar cómo si se les anima a jugar o realizar otra acción es fácil sacarlos de este ensimismamiento. Dejar que un perro juegue demasiado con su rabo es una forma de descuido y puede acabar siendo una actitud obsesiva-compulsiva. Solo una herida o una enfermedad en el rabo pueden justificar este comportamiento.