Facebook Pixel

Leishmaniosis En Perros

Leishmaniosis En Perros

La Leishmaniosis es una enfermedad que se manifiesta tras el contagio con el parásito protozoo Leishmania infantum, que es transmitido a los perros (hospedador definitivo) por un mosquito llamado flebotomo que hace de hospedador intermediario y con su picadura les inocula el parásito. En determinados estudios aparecen otras vías de transmisión como la venérea, transplacentaria o mordeduras, pero son muy poco probables.

Es muy importante conocer e intentar reducir todo lo posible su contagio puesto que es una zoonosis y aunque en Europa es extraño, podríamos contagiarnos los humanos.

Se distribuye prácticamente por la totalidad del territorio español aunque siempre es más común e incluso endémica en lugares donde hay zonas con abundante agua o humedad, puesto que es un ambiente muy propicio para que haya abundancia de los mosquitos transmisores.

Aunque siempre ha sido más abundante en el sur y centro de la península, y sobre todo en zonas de regadío, urbanizaciones con piscina y cauces de los ríos importantes como el Guadalquivir y el Guadiana, en el norte de España en los últimos años con la subida de temperatura han aumentado notablemente los contagios y prácticamente podemos decir que aparece en todas las provincias.

Tipos de Leishmaniosis en perros:

Dependiendo de la sintomatología que presenten podemos hacer dos claras distinciones, una leishmaniosis cutánea y una visceral. Es muy importante diagnosticar en qué fase de la enfermedad se encuentra el paciente para poder predecir su evolución y aplicar un tratamiento lo más efectivo posible.

1-Leishmaniosis cutánea:

Los signos clínicos cutáneos más comunes son:

  • Alopecia: Aparecen depilaciones en determinadas zonas como la cara, alrededor de los ojos, orejas y algunas articulaciones y pelo seco, quebradizo y sin brillo generalizado.
  • Caquexia: Pérdida de peso en poco tiempo sin motivo aparente.
  • Ulceraciones: Aparecen úlceras de decúbito con mucha facilidad con dermatitis focales y nódulos intradérmicos que pueden apreciarse a simple vista. Las úlceras tardan en cicatrizar y suelen tener recidivas.
  • Onicogriposis: Es el aumento exagerado del grosor y longitud de las uñas y éstas se acaban curvando en espiral. ​ Aunque es más frecuentemente en las uñas de las extremidades delanteras también es frecuente que aparezca en las traseras a pesar de que su desgaste suele ser mayor.
  • Hiperqueratosis: Es un signo clínico que cursa con dermatitis caracterizada por una producción mayor de queratina que produce agrietamiento de la piel, aumento del grosor, descamación, despigmentación y sequedad. Suele ser muy común en las almohadillas plantares, en la trufa y en determinadas articulaciones.
  • Vasculitis: Necrosis en la punta de las orejas debido a las alteraciones vasculares que ocasiona este parásito intracelular.
  • Linfadenopatía generalizada: Se refiere a un trastorno inespecífico de los ganglios linfáticos sobre todo muy marcado en la zona de los ganglios poplíteos y axilares, cuando las extremidades se encuentran afectadas.

2-Leishmaniosis visceral:

Los signos clínicos viscerales más comunes son:

  • Apatía: Disminución de su actividad física normal.
  • Alteraciones metabólicas: Pérdida de apetito.
  • Caquexia: Pérdida de peso en poco tiempo sin motivo aparente.
  • Hepatomegalia: Aumento de tamaño del hígado debido a las diferentes alteraciones vasculares.
  • Hemorragias en mucosas: Sangrado por fosas nasales.
  • Problemas digestivos: Vómito y diarreas profusas que no cesan cambiando alimentación ni con antibioterapia.
  • Alteración renal.
  • Poliuria/ polidipsia: El perro orina mucho y tiene mucha sed.
  • Alteraciones locomotoras: Cojeras y dificultad para caminar debidas a las alteraciones articulares cursando con dolor que no remite a tratamientos convencionales.
  • Inmunosupresión: se producen infecciones secundarias como demodicosis, pioderma…
  • Neuralgia: Dolores nerviosos localizados.
  • Mialgia: Dolor muscular generalizada.

Factores predisponentes:

La gran diferencia entre pronósticos que presentan los perros contagiados y la multitud de síntomas denotan que existen determinados factores que predisponen a padecer la enfermedad o por lo menos a presentar determinados signos clínicos más graves.

Partiendo de que la enfermedad está en constante fase de estudios y que no se conocen con exactitud los factores por los cuales existen animales que combaten la parasitosis con relativa facilidad y no presentan apenas sintomatología, podemos establecer algunos en los que aparecen signos graves con relativamente mayor frecuencia.

  • Factor edad: Aunque la edad media de enfermos es de 5 años, aparecen habitualmente más perros con signos graves en edades de menos de 3 años y más de 7.
  • Factor Raza/genética: Algunas razas como labrador, bóxer o pastor alemán muestran estadíos avanzados de la enfermedad en mayor número que el resto de razas.
  • Factor sexo: Existen estudios en los que se demuestra que hay mayor número de perros machos contagiados que de hembras.
  • Factor hábitat: Se demuestra que en perros que se vivan más cercanos a lugares en los que pude aparecer el flebótomo, o que realicen su actividad diaria en dichas zonas, tienen mayor predisposición a contagiarse.
  • Factor inmunológico: En perros inmunodeprimidos o con patologías importantes de cualquier otro tipo, es más fácil que presenten la enfermedad y que la sintomatología sea de peor pronóstico. Además aunque cada vez se conoce mejor la fisiología y los mecanismos de acción del parásito, no tenemos estudios determinantes que puedan demostrar el porqué hay perros que presentan una respuesta inmunitaria celular y otros humoral, factor clave para su prevención, diagnóstico y tratamiento.

Prevención de la Leishmaniosis en el perro

Siempre se ha intentado minimizar el riesgo de contagio de la enfermedad reduciendo el contacto o aumentado los tratamientos en nuestras mascotas en los momento de mayor incidencia de mosquitos en la zona en la que habitamos, pero todo esto está cambiando de sobremanera puesto que las infestaciones son cada vez más habituales, en cualquier ubicación geográfica y pudiendo ser posible en todas las épocas del año.

Aunque siempre deberemos tener especial cuidado y prevención en meses con mayor temperatura y humedad puesto que crecen los flebótomos y aumentan su actividad y por lo tanto la posibilidad de infestaciones. También debemos controlar de manera más especial a nuestra mascota si vivimos en zonas rurales, con humedales cercanos, piscina, o regadíos, además de minimizar los paseos al anochecer puesto que crece su actividad y con esto puede aumentar el riesgo de exposición de nuestra mascota al flebotomo, pudiendo aumentar el porcentaje hasta un 15 o un 20 %.

La prevención se basa en tres principios básicos:

  • Evitar el contacto con los mosquitos para que no piquen a perros infectados.
  • Evitar que esos mosquitos infectados piquen a nuestros perros sanos.
  • Vacunar a los perros sanos para que el sistema inmunitario pueda combatir la infección en el caso de q sucediera.

La medida principal para evitar que los vectores entren en contacto con nuestra mascota son los repelentes o insecticidas en multitud de presentaciones, como collares, pipetas o sprays con los que reduciremos este problema. Por suerte no suelen ser muy caros y los hay de todas las marcas y todos los formatos posibles, con lo que nuestro perro siempre tendrá su medida preventiva adecuada sea cual sea el tamaño o raza. Si vamos a viajar a zonas endémicas las pipetas se deben de aplicar dos días antes y los collares al menos 1-2 semanas antes.

La vacunación es de especial interés para perros que viven en zonas endémicas. No previenen la infección pero potencian la respuesta inmunitaria del perro y reducen el riesgo de progresión de la enfermedad y la probabilidad de desarrollar signos clínicos. Sólo se deben de aplicar a perros que previamente hayan dado negativo a un test serológico en sangre.

Sería de mucho interés realizar periódicamente Test serológicos sobre todo en perros que viven en zonas endémicas cada seis meses aproximadamente, o al menos una vez al año, pudiendo así detectar la parasitosis de manera temprana y poder realizar el tratamiento precozmente.

Siempre tenemos que tener en cuenta que con el mínimo síntoma de los anteriormente reseñados debemos acudir a nuestro centro veterinario para diagnosticar la enfermedad en el caso de que la hubiera y establecer un tratamiento adecuado con la mayor premura posible.

Debemos ser solidarios y tener muy claro que para luchar contra esta enfermedad es necesario la colaboración de todos, conociendo los niveles de riesgo que tenemos en nuestra zona, protegiendo a nuestra mascota con repelentes y realizando los test serológicos necesarios, puesto que de esta manera evitaremos además de que nuestro perro no se contagie, que pueda ser un factor de transmisión de la enfermedad para el resto.

Luis A. Fernández Delgado
Director Técnico #Mydogcares.



Productos relacionados